Una realidad, muchas miradas

LOS EXTRAÑAMIENTOS

Autor: Martín Blasco
Ilustraciones: Gualicho
Editorial: Alfaguara
Colección: Serie Azul
Género: Novela
Edad: a partir de 12 años
Páginas: 144
Fecha de publicación: junio de 2013
ISBN: 978-987-04-2870-1

Vale la advertencia de que esta será una de esas reseñas en las que quien redacta, no puede dejar de lado su propia experiencia como lector, porque Los extrañamientos le gustó mucho, mucho.

Martín, el protagonista de esta novela de Martín Blasco, inicia su adolescencia paralelamente a que se muda a una casa tomada, que, como él mismo cuenta, no tiene nada que ver con “Casa tomada”, el cuento de Cortázar, sino:

“En realidad es un edificio de tres pisos abandonado. Pero abandonado no quiere decir deshabitado: adentro viven más de cien personas. Alguna vez, hace mucho tiempo, este fue un edificio de lujo, seguramente de alguna familia muy rica. Por alguna razón, el edificio fue abandonado (por alguna peste, supongo, la amarilla, por ejemplo) y con los años fue poniéndose cada vez más viejo y pobre. Entonces, gente que no tenía casa aprovechó para meterse y vivir adentro”.

 Así, personaje y  lector empiezan a deambular juntos por los pasadizos de ese universo multifacético que habita entre las paredes de “la Casa”. Si el mundo de las casas tomadas, del que no se ha escrito aún mucho (menos para lectores de doce, trece años, aproximadamente), despierta curiosidad, esta se intensifica cuando aparece el arte callejero, encarnado principalemte por dos personajes: la madre, una artista plástica a la que el hijo califica como punk– hippie, y Vladi, un chico huérfano, un poco más grande que el protagonista, que vive en una pieza de la Casa, trabaja en la herrería del sótano, hace esculturas de alambre y escribe extrañamientos:

“Un extrañamiento es mirar algo que conocés desde siempre pero de otra manera (...) Puede ser cualquier cosa, cualquier idea, sobre cualquier tema. Lo importante es el sentimiento que te produce”.  

La galería de personajes, bien logrados e interesantes, no termina allí. Entre otros, están Muriel, la hija del “jefe” del segundo piso, y Camila, una adolescente que también ama la pintura y vive frente a la Casa. De sus charlas bajo un techo de luna, surgen reflexiones, proyectos y los extrañamientos a través de los cuales Vladi sobrelleva su realidad adversa, en una suerte de resiliencia:

"y mientras mejor funcionan más extraño te sentís; algunos incluso me hacen olvidar dónde estoy parado, como si fuera a desaparecer, no... no desaparecer... como si fuera otra persona, no... ni siquiera otra persona, otra cosa... ¿Entendés?".

La vida cotidiana así de extrañada se vuelve fuente de aprendizaje. Cada vivencia es una herramienta que se suma a la valija de Martín y lo va transformando. Y no solo a él, Vladi tampoco es el mismo al final de la novela, ni las chicas, ni siquiera lo será el lector.

Además del crecimiento y del aprendizaje, hay otros temas que atraviesan la novela y que suelen ser soslayados en los escritos para chicos: la realidad social y el problema de la vivienda; la construcción de vínculos entre pares; el respeto hacia la interioridad de los adolescentes y de las personas en general; el anquilosamiento que rige en los estamentos sociales; el arte y la construcción colectiva como medio para la superación de las diferencias socioculturales y la falta de recursos...

Esta lectora cree que Los extrañamientos es una novela audaz, novedosa, bien escrita, con humor y sensibilidad, que aporta al crecimiento de los lectores adolescentes. También cree que reivindica la mirada crítica, reflexiva, aguda de los chicos. Y la de los adultos que no voltean la vista para otro lado cuando las papas arden.